domingo, 16 de noviembre de 2008

.::MARCHA ZOMBIE en la Portada del Periódico Público::.

La noche de los muertos vivientes

Una legión de no-muertos recorrió anoche las calles del centro de la ciudad, en la celebración del primer Día del Orgullo Zombie, organizado por el colectivo de diseño Juanito, AC y Ojo de Mosca, Gestión y Difiusión Artística en homenaje a George A. Romero.


Los zombies tapatíos avanzaron arrastrando sus podridos cuerpos por avenida Juárez hasta el corazón de la ciudad. Foto: Iván García



16-Noviembre-08



Sus rostros son pálidos, tienen piel verdosa y transparente. Sus extremidades están atrofiadas, con los huesos y la carne al descubierto. De profundas ojeras, jadeantes y chorreando hilos de sangre. Están podridos por dentro. Hambrientos de carne y cerebros humanos. Anoche, una legión de no-muertos tomó por asalto las calles de la ciudad, en el primer Día del Orgullo Zombie, celebración organizada por el colectivo de diseño Juanito, AC en homenaje al cineasta George A. Romero, quien hace 40 años realizó La noche de los muertos vivientes, cinta que marcó el subgénero de terror protagonizado por zombies.


El andador Escorza fue el sitio donde cobraron vida los cadáveres putrefactos de estos seres sin vida y voluntad, que serían los protagonistas de la noche. En una esquina, bajo el cobijo de la oscuridad y con la magia de la pintura, glicerina, tinturas y acrílico, los rostros humanos fueron deformándose y las heridas afloraron en hombros, antebrazos, piernas y torso. “¡Vamos a empezar la marcha!”, anunció uno de los líderes de la legión, que logró sumar a sus filas a más de una centena de asistentes. “¡Somos libres de hacer lo que queramos! Sólo no intenten morder a nadie”, advirtió. Enseguida comenzó el recorrido por avenida Juárez. Los sinvida arrastraban las piernas, se movían tambaleantes con los brazos extendidos, gruñendo a los transeúntes, que los observaron entre risas de asombro.


“¿De qué se trata?”, preguntó Martha, una señora de 55 años que interrumpió su llamada telefónica por el susto que le provocaron los pálidos seres. “Uno se asusta. ¡Ay, qué caray, ni que estuviéramos en Halloween!”, reclamó. Otra señora tapó los ojos de su pequeña hija para que no llorara del susto al ver a los podridos seres. Porque, hay que decir en su defensa, no es normal toparse con un ser de ultratumba en pleno centro de Guadalajara. Durante el recorrido, los zombies no sólo clamaron por carne y cerebros humanos: la cerveza fue otra de las peticiones y, sedientos, se pegaban a las vitrinas que ofrecían luminosas botellas de vodka y otros elíxires. Las papas fritas y las paletas de caramelo también fueron otras de las delicias que, a falta de carne y vísceras, degustaron durante el recorrido.


Escalaron puertas de teatros abandonados. Asustaron automovilistas en sus cruces kamikaze —“Si los atropellan no hay pedo”, expresó alguien. Al llegar a la Plaza de la Liberación, los zombies se arrastraron entre burbujas de jabón, se confundieron con payasos de coloridos rostros y sus gruñidos fueron opacados por los cantos que, en honor a Jesucristo, eran entonados por una convención de cristianos. En uno de los costados del teatro Degollado, la legión de muertos vivientes se encontró con un grupo de darkies, de ojos blancos y afilados colmillos. “¡Los vampiros apestan!”, gritó uno de los no-vivos, mientras otros ya se habían abalanzado sobre las oscuras gabardinas de los darketos, entre los disparos de más de una cámara.

En la Plaza Fundadores posaron para la foto del recuerdo, , para después retomar la caminata y andar otras cuantas calles, en busca de la parranda que los haría vomitar sus ya de por sí podridas entrañas.



Guadalajara/Karla Bañuelos Sáenz


Nota extraida del periódico Público del Domingo 16 de Noviembre.

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