jueves, 8 de marzo de 2007

Terrible experiencia para Puertas Abiertas 2007...

EL SUEÑO HA TERMINADO.
Por: Daniel Neufeld.

El sábado 24 de febrero, antes de las 12 del mediodía, Rocío Cantú se dirigía a trabajar en las oficinas de Puertas Abiertas al Arte A.C., ubicadas en Belén 304 esquina Garibaldi. Al llegar se dio cuenta de que el candado había sido cambiado y el letrero de la puerta había sido borrado con aerosol, al ver esto, y sospechando lo peor, les llamó a Los Nahuales, el colectivo de artistas que trabajan en la parte de arriba de la misma finca, y quienes anteriormente nos habían prestado una parte de esta casa para usarla como oficinas de la asociación. Los Nahuales se asomaron por el balcón, vieron a Rocío, y se volvierona meter. Rocío se dio cuenta de que se trataba de una afrenta, y no pudiendo comunicarse conmigo por no tener crédito en su celular, buscó al Sr. Carlos Navarro, nuestro vecino de ese domicilio, amigo y gran benefactor de este y muchos otros proyectos artísticos.

De casa de Carlos pudo ella comunicarse conmigo, yo sacaba mi ropa de la lavadora, y la escuché llorando decirme que ya nos habían quitado la casa, que habían cambiado el candado y borrado el letrero. Terminé de tender mi ropa y me dirigí al lugar. Llegando encontré a Rocío y a Carlos Navarro en la banqueta frente a la puerta, mientras un cerrajero abría el candado, desde la parte de arriba Rubén Gallardo, líder de Los Nahuales y con quien hicimos el convenio de uso de espacio, les gritaba que ya había llamado a la policía, sobra decir que todas las cosas de la asociación estaban dentro, desde documentos, obra de arte de diversos artistas, equipo de cómputo,etc. A mí en lo personal me preocupaba haber sido despojado, entonces al llegar a la escena, entre los gritos, la actitud conciliadora de Carlos Navarro, y las amenazas de Los Nahuales de echarnos a la policía, yo lo único que quería era una explicación para tal intransigencia "¿Qué pasó?", le gritaba a Rubén, y él desde arriba me contestaba "Ahorita vamos a tener una junta, ya están avisados los de la asociación". Ese momento fue muy confuso, la puerta ya sin candado no abría porque había sido atrancada por dentro, Carlos nos intentaba consolar, luego llegó el Lic.Oscar Ibarra para tratar también de conciliar la situación, pero nadie sabíamos muy bien cómo reaccionar, entonces bajaron Los Nahuales con unos documentos en la mano y una videograbadora (operada por Fabrizzio, quien estaba con el rostro afligido como después de haber llorado mucho), y nos invitaron a pasar a la finca de al lado para hablar de la situación, Rocío no quiso pasar, y de los asociados sólo se encontraba Edgar Badial, el resto eran Los Nahuales, y de mi parte sólo tenía al Lic. Oscar como apoyo.

Sentados en el patio, Rubén me dio a entender que nos habían echado a todos de la finca por culpa nuestra, específicamente de Roció y mía, por haber ido a hablar con el Sr. Jaime Veytia, al respecto del uso de la finca como oficinas y galería. Según lo manifestado por Rubén nuestra intromisión en los asuntos de la familia Veytia había removido las cosas de forma negativa para nosotros y ahora todos habíamos sido echados. Las miradas de Los Nahuales y los reproches que se me hicieron me dieron a entender que ante ellos yo y Rocío éramos los peores traidores, Rubén lo había tomado como que habíamos querido hacer arreglos a sus espaldas, brincando su autoridad y poniendo en entredicho su palabra. Por eso nos merecíamos esa clausura de oficina de un día para otro. Me pasaron un documento de desocupación de la finca, que en ese momento firmé para no agravar más la situación, no sin antes explicar mi parte de la historia (videograbado y toda la cosa). Cuando se tomó la decisión, por parte de los asociados, de restaurar la finca y usarla como oficinas y galería, se firmó un acuerdo con Rubén en el que se establecía que a él le había sido prestada por el dueño, el Sr. Salvador Veytia, en comodato, sin pago de renta, con la condición de que se usara en el estado en que se encontraba. Desde un principio, yo como presidente de la asociación, le pedí a Rubén una copia de tal comodato, o una cita con el propietario para que como asociación pudiéramos tener un acuerdo directo y legal sobre el uso de la finca, considerando que los trabajos de restauración nos estaban costando a todos los asociados tiempo y dinero. La restauración comenzó desde agosto del 2006 y en el transcurso Los Nahuales decidieron integrarse a la asociación, entre ambos colectivos trabajamos en la finca, armamos el plan de uso del área de galería, y para noviembre se inauguró el espacio. El nombre del espacio de galería quedó como "Galería Veitia" (así, con "i" latina,según quienes la nombraron) a petición de Los Nahuales, quienes con el nombre quería hacer un homenaje a nuestro "benefactor" el Sr. Salvador Veytia (así, con "y" griega que es como realmente se escribe), fue tal su convicción que incluso rotularon en uno de los muros del lugar este nombre.

El espacio comenzó a funcionar muy satisfactoriamente, pero hasta entonces nosotros no teníamos contacto con el mentado Sr. Veytia. En lo personal era una cuestión que sí me preocupaba, ya que incluso muchas personas que habían visto todo el trabajo de restauración de la finca me habían sugerido o recomendado que se hiciera un acuerdo "legal" con el propietario por parte de la asociación. Creo que es lógico, incluso mi deber como representante de un grupo de gente, y mi función como apoderado de una asociación que tiene figura jurídica, el cuidar que la situación legal de este organismo esté en orden, más tratándose del uso de un espacio; en este caso estábamos confiando en la palabra de alguien, y actuando, como bien dicen "de buena fe". De nuestra parte no hubo ninguna investigación o intento por encontrar al Sr. Salvador Veytia, tendría él sus razones para ni siquiera acercarse a la finca que habíamos rescatado de años de abandono. Fue por azares del destino, en que un día leyendo el periódico, el Sr. Jaime Veytia, hermano del primero, se enteró de que en la ciudad había una galería con su apellido (mal escrito por cierto), y que además estaba ubicada ¡en la propiedad de su familia! En ese preciso momento le pidió a un amigo que lo acompañara al lugar. Rocío se encontraba en las oficinas cuando el Sr. Jaime entró diciendo "Yo soy el Sr. Veytia ¿en qué momento te renté este espacio?", ella se puso nerviosa y sólo atinó a decir que el acuerdo de la casa lo habían hecho los de arriba, el Sr. subió de inmediato, y su acompañante se quedó con Rocío refiriéndole los hechos antes descritos (la forma en que se enteró, etc.). Qué fue lo que Jaime habló con Los Nahuales, no lo sabemos, pero en el intento por llegar a un acuerdo legal, o por lo menos más "formal" en cuanto al uso de la finca por parte de la asociación, Rocío le pidió su teléfono al Sr. Jaime, y a su vez él le pidió que por favor lo buscáramos a la brevedad. Hasta aquí nosotros no sabíamos nada de la finca, ni de la familia y sólo teníamos la información de palabra por parte de Rubén. Dos o tres días después hicimos una cita con él en su despacho, nuestra intención era presentarle la asociación, el trabajo que realizamos, hablarle de nuestro interés en seguir usando ese espacio como oficina y para proyectos culturales, etc. Y, por qué no, llegar a un acuerdo con él en cuanto a tener un permiso de parte del propietario para la asociación de uso de este espacio, después de todo era lo más sensato de buscar luego de haberle invertido dinero y meses de trabajo al lugar. Esa fue nuestra traición a Los Nahuales, nuestra ingenuidad y nuestro aprendizaje.

En su bonita oficina, rodeado de libros antiguos, escritos por los Veytia de antaño, el Sr. Jaime nos dio a entender que estábamos volando, ya que ni él, ni tal vez sus otros hermanos, estaban enterados del uso que se le estaba dando a esa finca, nos explicó brevemente que en un tiempo se puso a la venta pero no se vendió, dos de sus habitaciones se colapsaron por el abandono, entonces tampoco se pudo rentar. El estado en el que la finca se encontraba demostraba que no había mucho interés por parte de los propietarios de levantarla, sus razones deben tener y no nos corresponde meter nuestras narices en los asuntos de otros, simplemente queríamos hablar de nuestras buenas intenciones y de usar el espacio como oficinas por un tiempo determinado, por lo menos para tener una sede desde donde organizar el festival anual que le da razón de ser a nuestra asociación. El Sr. Jaime terminó la breve entrevista diciendo que hablaría con sus hermanos para ver "qué se podía hacer" y regularizar nuestra situación. Saliendo de ahí Rocío y yo platicamos sobre lo delicado que estaban las cosas en ese lugar, estábamos, como se dice "caminado sobre hielo delgado". Optamos por no mover más el asunto, ni con los Veytia, ni con Los Nahuales, ya que las versiones de ambas partes no coincidían, y continuamos nuestro trabajo, que no ha cesado, e incluso lanzamos la convocatoria para el festival 2007, teniendo como sede este bonito y trágico espacio de la calle Belén.


Todo parecía en calma cuando ese sábado Los Nahuales nos echaron del lugar por haberlos traicionado, con todo ese despliegue de tácticas guerreras que incluyó atrancar nuestra puerta, borrar nuestro nombre y videograbarnos. ¿Qué sucedió entre los hermanos Veytia?, no lo sabemos, ¿qué les dijeron a Los Nahuales?, tampoco lo sabemos, el caso es que los apestados fuimos nosotros y nos tocó la de perder. No son los Veytia los que nos corren, yo no los vi por ningún lado. Las cláusulas de desocupación incluyen toda esa serie de trámites engorrosos que son: el dar de baja los servicios de luz, teléfono, internet... Una situación que nos desestabiliza totalmente cuando nosotros estábamos más bien preparándonos para organizar un festival. Después de firmar los documentos, Rubén ordenó a sus compañeros abrirnos la oficina, así que se subieron a la azotea, se brincaron y nos abrieron desde dentro, Fabrizzio seguía videograbando, nunca antes me había sentido como en un "reality show", dentro de la oficina nos pidieron que revisáramos todo, y que firmáramos otro documento en donde se establecía que todo había sido encontrado en su lugar. Ya estábamos adentro pero era muy extraño, acabábamosde ser despojados, teníamos una semana para sacar todo y dejar la finca en la que se había trabajado por meses para rescatarla del deterioro. En fin, otro espacio que se pierde. No nos era fácil pensar "derecho" después de lo ocurrido, dónde además hubo gritos, lágrimas e insultos, los cuales me ahorro en la narración porque creo que bien pueden imaginárselos. El Lic. Oscar nos invitó a ir un rato a casa de Carlos Navarro para tranquilizarnos un poco, ahí en su cocina nos tomamos un refresco y tanto Carlos como Oscar nos brindaron palabras de apoyo, y otras palabras más de regaño, y en verdad que me apeno y pido una disculpa pública por mi ingenuidad. Oscar nos recomendó relajarnos el fin de semana y buscarlo el lunes para decirle qué queríamos hacer al respecto. Yo pensé la parte que me corresponde. Sobra decir que ese sábado volví a mi casa con un malestar que me tuvo tumbado en la cama toda la tarde, y con insomnio toda la noche. Sentí que sobre esta asociación recae una maldición. Cuando me metí en este proyecto, en el primer Puertas Abiertas organizado por Paty Vilo, recuerdo que todo era entusiasmo, de mi parte y de la de todos los participantes, se sentía que estábamos gestando algo nuevo, estábamos sacudiendo la vida cultural de la ciudad, yo abracé esta propuesta desde el principio, y tan me metí a ayudar que fue por eso que Paty confió en mí la asociación antes de partir. Eso ocurrió tres años después del primer festival, y la asociación que recibí ya era diferente, en cuanto a la gente y los intereses que atraía. Yo entré al movimiento como artista, y cuando me tocó la parte de coordinar y dirigir recibí una responsabilidad más grande que mi experiencia. Aún así, trabajando todos los días, enfrentando los obstáculos, y con la colaboración de ciertas personas clave, se logró sacar el festival 2006, pero hubo signos muy claros para mí de que esta organización que surgió de las buenas intenciones de Paty, mostraba ya señales de enfermedad.

El primer gran golpe a mi gestión vino de parte de la misma Paty, quien se presentó en una rueda de prensa antes del festival y despotricó contra todo lo que habíamos hecho, dando a entender que habíamos desvirtuado el proyecto en el que ella durante tantos años trabajó, y aprovechó para anunciar un debate público sobre el futuro de Puertas Abiertas, debate del cual nosotros no sabíamos nada. La actitud de Paty durante todo el festival fue muy incómoda para quienes lo organizamos ese año, nos llegaban rumores de todo lo que ella andaba diciendo sobre nosotros, y sobre su dichoso debate, y el principal problema parecía ser el apoyo que el festival supuestamente tenía de Conaculta, y digo"supuestamente" porque ese famoso y polémico apoyo nos llegó a los organizadores dos meses después del festival e incompleto. Decidimos no asistir al debate, primero porque no se nos avisó con anticipación y el modo nos pareció grosero, dos, porque la actitud de Paty no era nada conciliadora, y tres, para no hacer un numerito frente a toda la prensa y demás curiosos. El festival 2006 terminó con mi amistad con Paty, y fue por amistad, más que otra cosa, que yo acepté asumir la dirección del proyecto que ella creó, pero la situación fue tan triste que en nuestro último encuentro terminó por decirme las cosas más terribles y tuve que pedirle que se fuera de mi casa. Después de eso ya no estaba tan seguro de continuar un proyecto que había sido maldecido por su misma creadora. Por otra parte, todo el asunto del apoyo de Conaculta fue también una experiencia de lo más amarga, que no se la deseo a nadie, lo sintetizo diciendo que dos meses después del festival debíamos dinero por todos lados y el apoyo parecía no llegar nunca, entre llamadas, cartas, y un sin fin de trámites que metenían al borde de la gastritis. Cuando por fin llegó el dinero (una parte), alcanzamos un momento de calma y de ahí comenzó a tomar cuerpo otra vez la asociación, fue entonces que nos embarcamos en la restauración de la finca de Belén.

A nivel personal, el asunto de la casa de Belén significaba mucho para mí, porque era la oportunidad de darle a la asociación un cuerpo y un espacio real, tan fue así que el poco tiempo que duramos ahí ha sido cuando a la asociación se han acercado más artistas, ha tenido más miembros, y se han hecho más exposiciones. Era también la oportunidad de hacer algo real por la ciudad, una intervención cultural en uno de los barrios más tradicionales, el rescate de una finca patrimonial para un uso artístico. Pero hay algo externo, como una especie de maldad abstracta, como si una serie de entes de codicia, de envidia, de coraje, acecharan nuestras buenas intenciones, y es así que cuando parece que por fin hemos encontrado la estabilidad y la oportunidad de poder trabajar en paz nos sucede todo esto, nos tildan de traidores y nos sacan a la calle. Este golpe a la asociación, y a mi integridad, es el último que voy a tolerar. Pensando en todo eso llegué a la conclusión de que mi gestión ha terminado, cuando entré en esto lo hice con entusiasmo auténtico, tal vez por un idealismo ingenuo de mi parte, no imaginaba el tipo de situaciones que tendría que confrontar, creo que he vivido las desilusiones y afrentas suficientes, digamos que durante un año de mi vida dejé todo por atender los asuntos de la asociación y del festival, y evalundo la situación creo que ha sido muy poca la recompensa comparada con el peso y la mala energía que siento acumularse a mis espaldas. Es increíble la cantidad de mala vibra que puede llegar a atraer un proyecto cultural como el nuestro, no voy a extenderme en detalles, pero créanme que cualquier situación de poder, real o imaginario, comienza a generar animadversiones que van de lo sutil a lo manifiesto. Ahora ya no me encuentro en la posibilidad material ni en condiciones emocionales como para seguir cargando con este proyecto que parece ser tan incómodo para otras personas (artistas incluidos).

Abandoné mi trabajo artístico para apoyar un movimiento pero creo que aún no estamos preparados, no estamos preparados los artistas para ser solidarios unos con otros, o parece ser que en esta ciudad es pecado hacer cultura,tal vez es algo tan codiciado, por escaso, que quien logra sobresalir por su trabajo se convierte en blanco de vampiros y serpientes. No sé qué pasa en esta ciudad que las iniciativas culturales más auténticas tengan que morir bajo las múltiples condenas, intrigas y conspiraciones de sus detractores. Ahora quiero volver a ser pintor, nada más, ya no presidente, ya no coordinador, ya no representante de ningún grupo, ha llegado mi momento de soltar este proyecto deseándole la mejor de las suertes, y regresar a mi trabajo artístico. Dejo la casa de Belén, la presidencia de la asociación, la organización del festival y también la asociación y vuelvo a ser sólo pintor. Me deslindo de lo que vaya a suceder en un futuro con cualquiera de esos asuntos. La casa de Belén nos quedó tan bonita, ahora sí la van a poder rentar luego de que la salvamos del abandono, o tal vez quieran hacer ahí algo que sea más necesario para la zona, como demolerla y construir un estacionamiento, por ejemplo.

Agradezco de todo corazón a tantas personas tan valiosas que estuvieron con nosotros en las buenas y en las malas y que su lealtad no tiene tacha y sus espíritus no tienen revés, ellos saben quienes son. Agradezco también a los envidiosos, mentirosos, ególatras, ambiciosos, chismosos, estúpidos, oportunistas, cobardes y canallas, porque sus acciones son necesarias en este mundo para que las cosas se pudran y se engusanen. Este mundo podrido les pertenece. Ojalá y algún día los artistas de la ciudad nos podamos volver a reunir con las mejores intenciones y llenar con nuestro arte luminoso los espacios y las vidas de los demás.


Si en algo les fallé les ruego me disculpen.
Sólo soy un enamorado de Guadalajara aunque me pague mal.

Daniel Neufeld
26 de febrero 2006.

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